martes, 13 de mayo de 2014

Ensayo : por Danilo Arbila  ( hasta el 17 de diciembre de 2000 era el Presidente de la SIP - Sociedad Interamericana de Prensa  )

Idioma Español y Periodismo

- transcripción textual - desde Artes y Letras cuerpo E . El Mercurio, año 2000

" Otro grande que ha dictado cátedra de periodismo y desde el periodismo es, quién lo duda, don José Ortega y Gasset .

Hace unos días, de visita en Santo Domingo, más de 500 años se me vinieron encima. Con no poca emoción me detuve a pensar que con la llegada de Colón, allí, a la bien llamada La Española, comenzó una fructífera e inmensa Era para nuestro continente, signada por el idioma español. Allí la lengua castellana echó pie a tierra y dio sus primeros pasos en la desconocida y entonces innominada América.

Hoy aquí, más de 1.000 años, que van desde los inicios en estos lugares del idioma español, me deberían hacer enmudecer de respeto y de humildad y lejos de asumir la honrosa distinción de dirigiros la palabra, tendría que permanecer en silencio para no profanar estos templos sagrados, cuna y génesis de nuestro rico y bello idioma.

Creo, además, y me parece que con bastante tino y con total sinceridad, que en medio de este calificado auditorio y al lado de tan destacados colegas y expertos, no soy la persona más indicada para glosar los tesoros que ha dado al mundo la lengua de Cervantes, de Lope, de Calderón y también de Borges y García Márquez. A todos ellos los he disfrutado y admirado y no sé que más podría hacer sino seguir disfrutándolos y admirándolos y dejar el análisis para otros más autorizados.

Pero encomendada la tarea, debo asumirla y ello asujetándola a mi condición de periodista, que pienso que me puede dar una cierta propiedad para hablar acerca de los lazos de la lengua en el dominio de la comunicación social.

Estoy propenso a creer, por otra parte, que aquel estudiante o predicador que añadía anotacio
nes aclaratorias al texto latino para hacerlo más comprensible al pueblo y que fueron el orígen del castellano, también era un periodista. Quizás esto lo crean igualmente quienes desde la Fundación San Millán de la Cogolla nos han convocado aquí, en cuanto periodistas, para partici
par en este trascendente encuentro. Es un hecho, en definitiva, que grandes cultores y maestros del idioma han sido periodistas de a ratos o periodistas de tiempo completo e hicieron honor a su misión desrrollando estilos, modas y expresiones que ensancharon el espacio estético comunicati
vo de la lengua.

Quiero creer asimismo que Gonzalo de Berceo, el primer poeta en lengua castellana y que era de este valle, tenía a su vez algo de periodista.

Escritores y Periodistas

Es que los límites entre el periodismo y la literatura fueron borrados con frecuencia merced al concurso de grandes ingenios que son referencia obligada para una y otra disciplina. Tal es el caso del magnífico Mariano José de Larra, cuyas crónicas y semblanzas aparecidas en la prensa diaria son, sin discusión, verdaderas lecciones de enseñanza estilística al tiempo que audaces apuntes de penetración psicológica. Pensar en periodismo invadiendo la literatura o viceversa, es pensar sin mucho esfuerzo, en este extraordinario Larra del que todos algo vivo y perdurable hemos aprendido.

En América, exactamente en el Río de la Plata, tuvimos en los mismos años en que Larra dictaba su magisterio en los diarios españoles, a un seguidor suyo que también hizo del periodismo un jardín de la lengua y una cátedra profunda del pensamiento. Me estoy refiriendo a Juan Bautista Alberdi, aquel apasionado lector de Jovellanos, autor de constituciones y filósofo de viejo cuño liberal, que tanto admiraba el estilo y la hondura de Larra que no hesitó en rendirle perpetuo homenaje firmando sus artículos con el seudónimo de Figarillo.

A mi me emociona particularmente evocar su caso por más de un motivo: no solamente porque Alberdi fue el gran filósofo que el liberalismo tuvo en nuestro continente, sino porque sus inolvidables artículos de costumbres - así los llamaba en clara invocación a su Maestro - los publicó en " El Iniciador ", un diario uruguayo en tiempos en que en su país, él y miles como él tenían prohibida la pluma y la palabra.

Hay una tercera razón y es que surge de Alberdi la mayor sentencia en defensa de la libertad de expresión y del derecho de los ciudadanos a la información, cuando define con una precisión indiscutible que la libertad de prensa es un derecho indelegable que el pueblo se reserva para sí. He aquí el señalamiento inequívoco de la esencia y el fundamento primero de la democracia.

Otro grande que ha dictado cátedra de periodismo y desde el periodismo es, quien lo duda, don José Ortega y Gasset. Pocas veces la lengua y el pensamiento, la imaginación creadora y el rigor lógico se dieron cita en una sola persona como en la totalidad de la obra de Ortega; gran parte de la cual todos lo sabemos, la desarrolló a través delas páginas de los diarios. Con sus artículos de
" El Espectador " no solamente hizo pensar a todo el orbe hispanoamericano, no solamente ventiló de manera precursora las ideas de vanguardia en el orden filosófico, sino que mostró hasta que punto nuestro idioma es capaz de nitidez y de belleza, cuando se aventura en las profundidades más abstrusas. Sus textos son modelos de precisión, de claridad y también ejemplos acabados de las enormes posibilidades emotivas de la lengua. 

Como mi propósito
 consiste en hacer del seguro tedio que les dispenso una experiencia la más breve posible, no me excederé en los ejemplos. Pero no puedo dejar de sumar los nombres de don Miguel de Unamuno y Octavio Paz como hitos obligados que dan fundamento y justifican sin ninguna duda este encuentro y los propósitos que se han fijado, al tiempo que ilustran elocuentemente que el periodismo puede ser el vehículo rápido y preferente de comunicación y de diálogo de las ideas y también la excusa o el estímulo para que en su ámbitonuestra lengua encuentre nuevas fronteras y explaye muchas de sus formidables potencias.

Leer hoy ciertos apuntes de actualidad de Unamuno - con esa sagacidad y esa ironía que tanto contrastaban con la gravedad solemne del filósofo es una de las experiencias más gratas que se les depara a quienes consideran, como yo, que la inmediatez de la palabra rebota en el interior de las conciencias y hace pensar, cuestiona y pone luz donde los ruidos y las consignas usurpan el idéntico examen de las cosas. Unamuno dio al periodismo la espesura de la meditación: pero lo hizo con la gracia, con la soltura que son propias de la inocencia pueblerina del lector común, del ciudadano de a pie. Y esto no implicó para el rebaja, sino hallazgo y felicidad. Y así nos lo hizo sentir a todos.


Otro tanto corresponde decir de Octavio Paz, cuyas principales indagaciones en el campo de la estética, de la crítica literaria, de la filosofía y de la filolengua es el espíritu que ella hace vibrar cuando se la pronuncia o se la evoca; es el cúmulo de tradiciones, de experiencias, de sueños y de devociones que han ido forjando nuestra manera de pensar, de sentir y de asumir la propia vida en relación con nuestros semejante y con el mundo.
 "

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